Como todos los días

Carolina no quería arruinar su vida por culpa de las ocurrencias de su papá, así que decide independizarse. Pero necesita dinero y convence a sus hermanos de colocar el gran negocio: venta de caricaturas de sus profesores. El negocio promete muchas ganacias y todo marcha según lo planeado. Sólo que los socios no contaban con la descbordante generosidad de Carolina hacia sus amigos y con que pudiera ser pillada por una profesora vendiendo las caricaturas y ser armará la de Troya. El resultado: una suspensión y el descubrimiento de que tantos esfuerzos no eran necesarios, pues papá desiste de su estupenda idea y seguramente la vida seguirá pasando "como todos los días".